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¿Por qué los planes de Obama y Cía no funcionarán?

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Sesenta años de mentalidad, de poderes, instituciones internacionales, una línea económica de referencia, todo esto, con nuestra capacidad de percepción, no pasa en un instante. Los comentarios políticos de los últimos meses están todavía sumergidos en ese sistema, no obstante todo ha cambiado. El mundo que salió de 1945 ha tenido una larga continuidad que en pocos meses se ha disgregado. La Gran Crisis procede a despecho de las ideas que se asocian a los viejos tiempos.

En mayo del 2009, el informe mensual de Leap/Europe 2020 –la página web francesa que ha previsto mejor que muchos otros la evolución de la crisis actual- escribía precísamente que ya hemos llegado, que esta primavera el mundo dará el último paso antes de salir del cuadro de referencia de los poderes globales de los últimos sesenta años y saldrá sobretodo de su versión “simplificada”, que nos ha sido impuesta en los últimos veinte años, después del fin del sistema soviético.
El fin de una era vuelve inutilizable al instante el tablero de instrumentos que hasta ese momento ha guiado las acciones de quien ha tomado las decisiones económicas más importantes.
Las tentativas desesperadas de salvar el sistema financiero global guiado por Londres y New York han hecho enloquecer todas las brújulas, influenciadas por las manipulaciones de institutos financieros, bancos centrales y gobiernos.
Las inmisiones astronómicas de liquidez que han invadido el sistema financiero global por un año, especialmente en el sistema de Estados Unidos, han hecho que los operadores políticos y financieros perdieran completamente el contacto con la realidad. Europa 2020 les paragona a los subacuáticos que sufren de narcosis de azufre  (llamada también “embriaguez de las profundidades”), los cuales manifiestan una euforia que les hace ir a más profundidad cuando sin embargo tendrían que subir a flote. También en lo que se refiere a la finanza hay un poco de embriaguez –se ve en algún  rally bursátil de estas semanas- que distrae del verdadero peligro, hacia el cual ya no se cuenta con la lucidez necesaria en términos de orientación ni tampoco se cuenta ya con los instrumentos aptos.
La embriaguez chocará muy pronto con la realidad.
Hace diez años, entre las primeras 20 instituciones financieras en el mundo por capitalización, 11 eran estadounidenses, 4 británicas, 2 japonesas, 2 suizas...
Hoy las primeras 3 son chinas, han quedado 3 estadounidenses, mientras otras quebraban. El cambio se ha dado en poquísimo tiempo. Son tiempos raros, con parangones que tienen que marcar el paso del siglo, o sea saltos de generaciones.
Europa 2020 hace tres ejemplos iluminadores.

  1. Desde que en 1694, es decir, hace 315 años, fue creado el Banco de Inglaterra, el porcentaje de interés nunca había tocado un nivel tan bajo como el actual; 0,5 %.
  2. En el 2008 la Caisse des Dépôts et Consignations, un instituto financiero brazo operativo del Estado francés, ha cerrado el balance en rojo por primera vez desde que fue fundada hace 193 años, en 1816. La Caja ha sobrevivido a monarquías, repúblicas, fases imperiales, guerras mundiales, crisis, sin haber conocido nunca una pérdida.
  3. En abril del 2009 China se ha convertido en el primer socio comercial de Brasil, un evento que en otras ocasiones ha anunciado un cambio de guardia en el liderazgo planetario. Hace dos siglos los ingleses reemplazaban a los portugueses y esto coincidió con el florecer de la gran potencia británica a nivel global. Los Estados Unidos sustituyeron al Reino Unido como socio principal de Brasil en los años `30 del siglo XX y coincidió con un traspaso de rol internacional que terminaría con la preponderancia estadounidense.

Junto a esta sensación de encontrarnos delante de una absoluta novedad, preocupan las sensaciones que dan los “deja vu”, en el momento que intentamos dar forma a la crisis.
Lo primero que hay que preguntarse es si una crisis pueda tener una forma. Los gráficos intentan dar una respuesta. Las tendencias de los mercados accionarios en el curso de las cuatro mayores crisis económicas del último siglo muestran una evidente convergencia entre la curva de la crisis de 1929 y la de hoy.

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Trend bursátil: al neto de la inflación – durante las últimas cuatro mayores crisis económicas (gris 1929, roja: 1973, verde: 2000, azul: crisis actual) - Fuente: Dshort/Commerzbank, 17 abril 2009

Pero la cuestión fundamental que hay que preguntarse es otra. ¿El compromiso profuso para reaccionar ante la Gran Crisis tendrá resultados positivos?  Es decir, nos preguntamos si las enormes intervenciones (inyecciones de fondos) de los gobiernos y de los bancos centrales estarán en condiciones en los próximos meses, de sopesar una tendencia histórica tan robusta que va en la dirección contraria. Nos preguntamos si es posible gastar bien cifras tan difíciles de absorver. En pocas palabras, ponemos en duda tanto el “stimulus plan” de los EEUU, como el homólogo chino, dos planes que parecen querer mancharse las manos con la economía real.
Europa 2020 ve un obstáculo insuperable en lo que se refiere a la eficacia de los mega-planes de estímulo que Obama y Hu Jintao han puesto en campo. Es la “barrera de la capacidad de absorción”. Es decir, la existencia de un límite “físico” a la capacidad de gastar enormes recursos públicos en tiempos sensatos, con proyectos funcionales, con burocracias capaces de hacer proceder el mecanismo de gasto.
Todos sabemos bien cuánto le cuesta al proceso europeo hacerse camino, la larga historia de tentativas y adaptaciones que aún hoy –a pesar de décadas de recalibrados- pone la capacidad de gasto bien lejana del 100%, con amplias areas de corrupción, despilfarro, falta de influencia en los fundamentos de la economía. A los Estados Unidos y a China les falta incluso el tiempo, que es el recurso más importante hoy, cuando en cambio los resultados deberían asomarse en el horizonte inmediátamente para tranquilizar los corazones de millones de personas y confortar las carteras cercanas a estos corazones.
Los líderes de la Unión Europea y las autoridades que presidían los Balances han descubierto ya a principios de los años noventa la existencia de una barrera en relación con la capacidad de un sistema-país de “absorber” las ayudas asignadas para su desarrollo económico.
Si se calcula en base anual, el plan de Obama corresponde a 182 mil millones de euros, el chino a 215 mil millones. La Europa de los fondos estructurales dispone de unos 70 mil millones de euros al año. Cada uno de los planes de estímulo económico presentados por Washington y Pekín es por lo tanto el triple de superior que los fondos europeos, justo esos fondos que deben sostener aún hoy la “barrera de la capacidad de absorción”.
Comprendeis ahora cuán inédito es el alcance del problema.
China y EEUU deben demostrar inmediatamente una capacidad de absorción enórmemente más vasta que la europea.
Deberán, aquí y ahora, tener en cuenta sus dimensiones continentales, con todas las diversidades locales, las diferencias estridentes entre territorios y sistemas subregionales. Jústamente como Europa.
Pero será distinta respecto a Europa la infraestructura pública: mucho menos desarrollada en EEUU, mucho más en China, pero en ambos casos no bastante preparada y formada para manejar en pocos meses una operatividad tan compleja.
El dilema es inventarse un flujo de procedimientos y de recursos que no puedan permitirse el lujo de quedarse detenidos en el cuello de la botella, ni soportar carencias programáticas, ni dejarse frustrar por mafias aguerridas que descarnan los fondos.
Mientras tanto el repiqueteo de la crisis sigue adelante. Desde febrero del 2008 hasta febrero del

2009 los Estados Unidos han perdido más de 4 millones de puestos de trabajo y la tendencia se acelera.

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Mapa de la ocupación USA (feb 2008 - feb 2009). En azul el trabajo creado, en rojo el trabajo perdido.
Fuente: Bureau of Labor Statistics / NYT

En estas situaciones el riesgo inmediato es que cada euro, cada dólar, cada yuan invertido por las autoridades públicas generen cada vez menos valor adjunto. O no es gastado complétamente, o se gasta mal.
En los casos peores, los efectos de los incentivos son incluso negativos, porque pueden crear “burbujas” a nivel local o erigen catedrales en el desierto, sin que incidan en la economía. O seleccionan empresarios especializados en maximizar el dinero público, mejor que en hacer economizar a sus empresas. En los peores casos, como nos dice también la experiencia italiana, se hace gangrena la corrupción sistémica a nivel de gobierno local, que da origen a vastas redes  criminales capaces de condicionar la política y volver no contables los resultados.
Los avisos de estas dificultades ya se ven.
En EEUU las agencias que se ocupan de la realización del programa podrán informar sobre los proyectos solo en octubre del 2009 y “quizás” (que para los burócratas significa “no antes de que”), durante la primavera del 2010, fuera del tiempo máximo como para que tenga sentido hacerlo (“USA Today, 6 de mayo 2009”). Los canales de gastos ya aceitados no están.
En China la fantasía de los burócratas ha llegado a prescribir para todos los funcionarios públicos del distrito de Gongan (provincia de Hubei) la “obligación de fumar” para estimular la economía de la zona, fuértemente basada en la producción de tabaco. De verdad la Gran Crisis produce noticias. El hombre muerde al perro.
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Los peores diez periodos de pérdida de puestos de trabajo en USA:
Fuente: US Bureau of Labor Statistics / Christian Hill

 

Queda la noticia verdadera de una crisis sin precedentes y en recrudecimiento. Los planes de estímulo reducirán quizás la caída de la ocupación, si bien con efectos marginales. Pero el legado será terrible para la finanza pública. En China habrá un drástico bajón de las reservas financieras. En EEUU habrá un déficit y una deuda menos sostenible, o quizás completamente insostenible. Por primera vez en la historia los recursos a nivel federal se han convertido en la entrada más importante para cada uno de los Estados y los efectos serán duraderos.
En cuanto a nosotros, en Italia, la información está lejos de dar la imagen real de la dimensión de la crisis. Incluso un bajón del PIB (Producto Interno Bruto) alrededor del -6% es capaz de pasar casi desapercibido.

20 de mayo 2009