Experience true power and ease in website design. Our website templates and WordPress themes offer flexibility and functionality unlike any other.

Operación Paperclip - PARTE III

(Tiempo estimado: 12 - 24 minutos)
Ya ha leído 0%

Vril7 05

Las leyendas, tan despreciadas por los historiadores e investigadores, deben tenerse, en mi opinión muy a mano. Sobre todo cuando quienes han elaborado nuestra Historia lo han hecho a su antojo y manipulando hechos con gran frecuencia.
Con los submarinos sucedió esto precisamente. A medida que se iban enterando de la derrota, muchos se entregaron pero muchos otros hundieron o destruyeron deliberadamente sus submarinos y sus equipamientos, así como toda la documentación clasificada, tal y como debían hacer según lo que se indicaba en la “Operación Arco Iris”.

Viene del artículo: Operación Paperclip - PARTE II

Esto es norma en cualquier Armada, pero el mando Aliado comunicó al Almirante de la Kriegsmarine Karl Doenitz que ordenase inmediatamente a los comandantes de todos los submarinos que no destruyesen sus naves, que emergiesen y navegasen en superficie, izando una bandera negra, dando su situación y que se entregasen en los puertos indicados.
Esta orden de rendición y ese inmediato cese del fuego se hizo mediante la Comunicación nº 0953/4, y se advirtió por radio a los comandantes que no acatasen la orden que quedarían fuera de la Ley, con las consecuencis que ello aparejase.
Pasado algún tiempo, y dado que se rumoreaba en la Prensa que faltaban muchos submarinos que no aparecían por ninguna parte, y que Adolf Hitler se había fugado en uno de ellos, el mando Aliado comunicó que los submarinos desaparecidos lo estaban porque habían sido hundidos por sus tripulaciones. Y yo, evidentemente, no me creo nada.
Se habían entregado 150 submarinos en diferentes puertos europeos, 5 en Estados Unidos, 1 en Canadá, 1 en Portugal, varios en España, (que pasaron a formar parte de su Arma Submarina).
Se habló mucho de la entrega de dos submarinos a la República Argentina, que se sospecha que formaban parte del convoy que se dirigía a la Antártida, y cuya entrega se atribuye a muy diferentes pero no aclaradas causas. Llevaban una carga “rara”, como miles de cigarrillos, (ellos no fumaban, evidentemente), equipos y aeronaves desmontadas y multitud de planos y documentación.
Todos eran muy jóvenes, y había más tripulantes de los que deberían tener. La edad media era de 23 años, y entre los miembros de la tripulación había muchos adolescentes. Los casados habían sido desembarcados.
Las tripulaciones fueron entregadas a los Estados Unidos, e interrogadas, pero nos quedaremos con las ganas de saber los resultados de esos interrogatorios.
Pero existe un detalle a tener en cuenta: muchos submarinos, y estos dos son clara muestra de lo que digo, llevaban una numeración de serie que no les correspondía. Les ponían una numeración correspondiente a submarinos antiguos, y en el caso de estos dos constaban “en reparaciones”. Su numeración: U-530 y U-977 no les correspondían.
Está claro que se trataba de ocultar, (y se consiguió) el número real de submarinos construídos de nueva generación.
¿Cuántos han desaparecido, misteriosamente?. Se calcula en unos 120, como mínimo.
Estos dos submarinos se entregaron posiblemente por extraviarse del convoy formado para “ir al Sur”, y como seguían la ruta marcada por un líder, el resto desconocían el destino final. Si por cualquier causa, una tormenta por ejemplo, los apartaba del grupo, ya no sabrían a dónde dirigirse y se veían forzados a entregarse.
Hay algo que llama poderosamente mi atención: yo siempre he creído, y creo, que Hitler murió al suicidarse junto con Eva Braun. Sin embargo, los comandantes de los submarinos entregados en la Argentina, fueron interrogados sobre:
a). Si habían trasladado a jerarcas nazis.
b). Si habían transportado o no a Adolf Hitler.
Ambos comandantes lo negaron.
Sin embargo quedaron dudas de que jerarcas nazis, e incluso Hitler hubiesen desembarcado en Argentina, amparados por las autoridades de esta nación. Desde luego, para quienes nos gustan los misterios, aquí tenemos una buena colección de ellos.
Pero, ¿por qué les preguntaban eso?. ¿No tenían, por tanto, claro que Hitler era el cadáver hallado junto a Eva, en el búnker?. ¿Sabían que existía un “convoy fantasma” rumbo a Dios sabe dónde?. ¿Es todo real, entonces?.
Los investigadores e historiadores de estos temas creen que sobrevivieron 50 jerarcas nazis, y que su destino fue Sudamérica, no la Antártida.
Hitler y Eva Braun llegaron a Barcelona, junto a 13 hombres de confianza, a bordo de un Junker 290, nº de serie 0163, código PIPQ.
En Barcelona subieron a bordo de un submarino y tomaron rumbo a Argentina. Y allí murieron, apaciblemente, cuando alcanzaron una elevada edad.
Stalin admitió no creer en la muerte de Hitler, y los rusos sólo poseen un trozo de cráneo, con un balazo. Se niegan a realizar una prueba de ADN, que despejaría las dudas, pues se podría comparar con el ADN de Paula Hitler, hermana del Furer, enterrada en Alemania.
Mientras no se haga, la muerte de Hitler se convierte en una “leyenda urbana”. Un invento ruso.
Y por último, ¿Qué demonios fueron a hacer los estadounidenses a la Antártida, bajo el nombre de Operación Higth Jump?.
Como uno de los temas estrella dentro del campo de lo que se entiende como Teoría de la Conspiración figuran las actividades llevadas a cabo por el Programa de Desarrollos Antárticos de la Armada de los Estados Unidos, conocida con el nombre de Operación Hight Jump, realizada por el grupo aeronaval denominado Task Force 68.
Comenzó esta expedición el 26 de agosto del año de 1946 y duró hasta principios de 1947.
Llama la atención el número de efectivos empleados, pues se considera la mayor fuerza utilizada en una expedición hacia esas frías latitudes desde entonces hasta la actualidad.
La Task Force 68 estaba compuesta por 13 buques de superficie y un submarino, con la participación de un número muy elevado de aeronaves y 4.700 hombres militares y un reducido grupo de civiles estadounidenses. Se prohibió la presencia de observadores extranjeros.
Teóricamente, la Operación Hight Jump tenía como objetivo el adiestramiento de personal y la prueba de equipos en condiciones tan extremas como la Antártida.
Paralelamente se realizarían trabajos de cartografía, pues la zona estaba mal representada en las cartas de la época, así como de hidrografía, geografía, geología, meteorología y estudios sobre electromagnetismo.
También se pretendía extender el mayor área posible de soberanía estadounidense y determinar si era viable y en qué grado lo era el establecer bases en la Antártida. Y se rumorea que también se buscaba un yacimiento importante de uranio.
Al mando de la Task Force 68 estaba el Almirante Richard H. Cruzen, y como responsable de la Operación Hight Jump estaba el Almirante Richard E. Byrd, que ha pasado a la Historia del mundo de la Ufología, en su vertiente conspiranoica, como un personaje sumamente curioso, misterioso, realmente enigmático, de quien se dice que llegó a sobrevolar el Polo y llegar a un lugar correspondiente a una tierra desconocida, de clima tropical, y que algunos consideran que pertenece al “interior de la Tierra”, entrando de lleno en la teoría de la Tierra Hueca.
De su Diario creo conveniente entresacar lo siguiente, respecto a lo que vio en su vuelo sobre el Polo:

“...¡Además de las montañas hay algo que parece ser un valle con un pequeño río o riachuelo que discurre hacia la parte central. ¡No debería haber ningún valle verde aquí abajo!. ¡Hay algo decididamente extraño y anormal aquí!. ¡Deberíamos sobrevolar sólo hielo y nieve!. A la izquierda hay grandes bosques en las laderas de los montes. Nuestros instrumentos de navegación todavía giran como enloquecidos”.
 
Más delante añade:

"El paisaje circundante parece nivelado y normal. Delante de nosotros avistamos aquello que parece ser ¡¡¡una ciudad!!!. ¡Es imposible!.

También dice:

"...¡Nuestra radio grazna y llega una voz que habla en inglés con acento que parece decididamente nórdico o alemán!”. (¿Alemán?).

Hay un verdadero rompecabezas en los relatos que hacen referencia a esta expedición.
Los conspiranoicos dicen que el verdadero objetivo de esta expedición era la investigación de la posible ubicación de un establecimiento o base secreta nazi en esa zona, y procurar su destrucción militarmente.
No se sabe muy bien lo que pasó, a menos que aceptemos como real la versión oficial de los hechos, pero existen indicios que nos hacen sospechar un poco de que no todo es como nos cuenta esa versión oficial.
En primer lugar, nos parece muy extraño el enorme despliegue de fuerzas para conseguir los objetivos que se dicen de esa expedición.
En segundo lugar hubo muchas víctimas, pero ¿víctimas de qué?.
¿Causadas por qué o por quién?.
Y por último tenemos las extrañas declaraciones a los periodistas del Almirante Richard E. Byrd, que sólo se entenderían si el citado Almirante hubiese perdido la razón, o fuese cierto lo que afirmaba.
En febrero de 1947, Byrd regresa a los Estados Unidos y declara a la Prensa:

“Es necesario para los Estados Unidos tomar acciones defensivas contra aviones de combate enemigos que vienen de las regiones polares”. (?).
“En caso de una nueva guerra, los Estados Unidos serían atacados por aviones que pueden volar de un polo a otro con increíble velocidad”.

Tanto él, como otros militares hicieron varias referencias a aviones de altas capacidades, impensables en las aeronaves convencionales conocidas hasta el momento. ¿Estaba bromeando el Almirante?.
Los organismos oficiales declararon a la opinión pública que los muertos habidos en la citada expedición se debían a causas fortuitas, a accidentes, y que en esa zona sólo se veían pinguinos.
De ahí nació la denominación de “Guerra de los Pinguinos”, (Penguin War).
En 1956 se realiza otra expedición, ésta con peores resultados, debiendo retirarse los estadounidenses en mayo de 1958. Y entonces ocurre algo misterioso: el 27 de agosto y el 9 de septiembre, el gobierno de Sudáfrica declara haber detectado dos emisiones fuertes de electromagnetismo, correspondientes a lo que parecían ser explosiones nucleares, una subterránea y otra en superficie.
¿Quién y para qué explosionó esas bombas?. ¿A quién se eliminó con esas explosiones?.
Las explosiones atómicas se detectaron justamente en la zona donde se ubicaba Neuschwabenland, (o Nueva Suavia), la zona nazi donde se crearon supuestamente bases del III REICH, entre éllas Neusberlin, (Nuevo Berlín), establecidas allí desde antes de la 2ª Guerra Mundial, (en 1936), en la anteriormente llamada Tierra de la Reina Maud. ¿Por qué justamente en esa zona?.
Y ya entrando en terrenos más resbaladizos, no faltan quienes afirman que en los Polos, o al menos en el Polo Sur existe algo como una puerta o Paso Dimensional, hacia dimensiones paralelas, y que a través de esa puerta los nazis pasaron a otra zona dimensional. ¿Fue por esa “Puerta” por donde entró Byrd en su avión a una dimensión paralela?.
Muchas preguntas y pocas respuestas.  Como guión para una película de ficción sería muy entretenido, la verdad, pero ¿cuál es la verdad?. ¿Es todo una leyenda para alimentar el morbo de estos temas misteriosos?.
Mientras todo ésto de las expediciones antárticas ocurría, se estaban dando en los Estados Unidos los primeros pasos para comenzar la Conquista Espacial, de manos de un grupo de científicos alemanes de la Operación Paper Clip, liderados por Werner von Brown, el hombre de Peenemunde, partiendo de la cohetería nazi, particularmente de las famosas y terribles V-2.
Los primeros en la Historia en utilizar cohetes parece que fueron los chinos, y no sólo como fuegos artificiales, sino como una especie de misiles en algunos enfrentamientos como el ocurrido en la batalla de Bianjing, en el año de 1232, contra los mongoles.
Pero lo que nos interesa en el tema que estamos tratando es el papel que tuvieron los nazis y sus avances en cohetería y misiles durante la 2ª Guerra Mundial, y el posterior desarrollo de esos cohetes en la post-guerra.
Todo comenzó al finalizar la 1ª Guerra Mundial, en los felices años 20. Y tuvo como protagonista a un americano estadounidense que un día tuvo una idea cuando se encontraba subido en un árbol, en un cerezo que estaba podando.
Tenía 17 años y observaba embelesado el paisaje que tenía ante sus ojos.
Un año antes había estado leyendo “La Guerra de los Mundos”, de H.G.Wells y se sentía atraído por todo lo que significase el espacio y las posibilidades de viajar por él.
Había ido a pasar unos días a casa de una tía suya, llamada Czarina, pues él padecía de dolores crónicos de estómago y estaba allí para recuperarse.
Era el día 19 de octubre de 1899, un día otoñal muy hermoso y él estaba relajado y con la mente llena de multitud de pensamientos. Fue asaltado por uno que últimamente le venía resultando casi obsesivo: debía existir una forma de realizar un viaje al planeta Marte.
Y fue en aquel momento cuando decidió dedicar el resto de su vida a construir ese “algo” que permitiese llevar a la realidad esa idea.
Comprendió entonces que su vida tenía por fin un sentido y cuando bajó del cerezo tenía ya la firme determinación de lograr ese objetivo.
Y bautizó ese día con el nombre de “Día del aniversario”, que todos los años conmemoró hasta el día de su muerte.
Había nacido el día 5 de octubre del año de 1882, en la localidad de Worcester, en el Estado de Massachusetts, y le fue puesto el nombre de Robert Hutching Goddard. Siempre se sintió muy atraído por la Física y de todo tipo de experimentación.
Llegó a obtener el doctorado en Física en la Universidad de Clark, lugar donde comenzó a dar clases como profesor eventual y donde inició una serie de experimentos.
Un día se le vio caminar por un descampado, acompañado por su asistente, en la granja de la tía Effie y portando un pequeño cohete.
Era el 26 de marzo de 1926. Goddard le indicó a su asistente que aplicara un soplete que llevaba al dicho cohete, y tras unos breves instantes sin que pasara nada, el artilugió salió disparado hacia el cielo, a una velocidad de unos 100 kilómetros por hora, aproximadamente.
El cohete alcanzó una altura de 12 metros y después trazó una curva, iniciando el descenso a tierra a toda velocidad, yendo a estrellarse en un sembrado de coles.
Todo el proceso duró tan sólo unos segundos, pero supuso el primer lanzamiento de un cohete de combustible líquido.
Goddard fue ridiculizado en varias ocasiones por el New York Times, primero burlándose de un trabajo publicado por él bajo el título: “Un método para alcanzar altitudes extremas”, donde explicaba los viajes al espacio, en concreto a la Luna. Los periodistas le llamaron ignorante por no saber, según éllos, que “donde no hay aire no se puede utilizar ningún tipo de cohete, pues no se puede producir el efecto de acción y reacción”.
Cuando Goddard lanzó su segundo cohete había muchos espectadores y periodistas, cosa que no le agradó nada.
Al día siguiente, el New York Times volvía a la carga contra este hombre y publicaba un titular burlón que decía: “Cohete lunar falla por 238.799 millas y media”.
Muy enfadado, Goddard decide irse a un lugar lo bastante aislado para seguir sus trabajos sin ser molestado. ¿A dónde fue?. Pues a Roswell, en Nuevo México, lugar muy conocido por los ufólogos de todo el mundo en la actualidad.
Goddard ofreció sus cohetes a los militares estadounidenses, a punto de iniciarse la 2ª Guerra Mundial, pero estos no se sintieron interesados.
Pero hubo otros que sí se interesaron. Y mucho. Y estos interesados no hablaban inglés, sino alemán, precisamente. Y los alemanes tomaron muy buena nota de todos estos experimentos.
Tanto es así que, cuando finalizó la contienda, al llegar a manos de Goddard una de las temibles V-2 que tanta muerte y destrucción habían provocado sobre la ciudad de Londres, el asistente de Goddard le preguntó: “Profesor, ¿no es éste su cohete?”.
Goddard, hundido, muy apesadumbrado, contestó con un lacónico:
“Eso parece”.
Los alemanes habían logrado infiltrar espías  en el entorno de Goddard, pese a la desconfianza que éste tenía de los seres humanos, sobre todo después de las burlas y descalificaciones recibidas, particularmente de la Prensa, después de sus primeros lanzamientos.
Todo lo relativo a sus cohetes, diseño, motores, combustible, eficacia, etc. fueron minuciosamente registrados y enviados en informes secretos a un lugar en Alemania, donde otro hombre, que también se había interesado por la lectura de la obra “La Guerra de los Mundos” de H.G.Wells, tomaba buena nota de todo y se disponía a desarrollar todos esos conocimientos. Este hombre se llamaba Werner von Brown.
A Goddard sin embargo, los militares estadounidenses sólo le prestaron atención para encargarle diseños de las catapultas para aviones en los portaaviones.
Se le concedieron 214 patentes, aunque la mayoría se le dieron cuando ya había fallecido. Después de muerto el burro, la cebada al rabo.
Cuando el hombre llegó a la Luna, el New York Times publicó una nota de disculpa por el desprecio y la burla mostrados contra Goddard, reconociendo que, efectivamente un cohete podía desplazarse en el espacio.
¡A buena hora!. Porque las disculpas llegaban cuando este hombre, poco reconocido durante su vida, ya había muerto.
La NASA, como reparando la imjusticia cometida contra Goddard, puso el nombre de este científico a uno de sus centros espaciales: Centro Espacial Goddard.
Cuando finalizó la 2ª Guerra Mundial, los estadounidenses se interesaron por la tecnología de los cohetes, sobre todo las V-2 y les preguntaron sobre ello a los alemanes.
Estos se quedaron vivamente sorprendidos y les contestaron que por qué no le preguntaban a Goddard.
Pero ya era demasiado tarde. Goddard había fallecido el día 10 de agosto de 1945.
Este hombre había puesto en práctica la idea de los cohetes de fase múltiple, idea que está en uso aún en la actualidad, y mejoró las cámaras de combustión.
En Peenemunde, von Brown y 500 científicos a sus órdenes estuvieron desarrollando todo lo relativo a los cohetes alemanes, buscando el arma definitiva, estando a punto de conseguirlo.
En los tiempos actuales, los ICBM, los misiles intercontinentales siguen siendo la principal arma de disuasión, y durante la llamada Guerra Fría supusieron un freno para los dos bandos enfrentados.
Pero von Brown, al igual que Goddard, buscaba otra cosa: viajar al espacio, y llegar a la Luna y a otros cuerpos espaciales.
De lo que los cohetes V-2 hicieron durante la 2ª Guerra Mundial, tenemos detallada información en los libros y documentales de Historia, aunque de manera simple podemos decir que fue el primer misil balístico usado por Alemania cuando ya la guerra se encontraba muy avanzada. Fue precedida por el misil de crucero V-1.
Utilizaba como combustible alcohol etílico y oxígeno líquido.
Tenía una furza de empuje de 28.000 kgs., una capacidad de carga de 1.100 kgs. que transportaba hasta una distancia de 140 kms. a una velocidad de 1.750 mph.
Esta V-2 sembró muerte y destrucción, y producía una explosión monstruosa cuando caía sobre su objetivo.
La primera V-2 se lanzó el 13 de junio de 1942, aunque no llegó a volar porque se cayó sobre su costado y explotó.
La segunda V-2 se lanzó el 16 de agosto de 1942. Durante unos 45 segundos voló, pero comenzó a oscilar y se partió en el aire.
La tercera V-2 se lanzó con pleno éxito el día 3 de octubre de 1942, llegando a una altura de 5 kilómetros y cayendo a 190 kms. de distancia.
Cuando finalizó la 2ª Guerra Mundial, varias V-2 fueron llevadas a White Sands, en los Estados Unidos, y a la Unión Soviética y serían las que marcarían el inicio de la Carrera Espacial.
Werner von Brown escapó con 14 tonelaas de documentación técnica de la V-2 a Haus Idemborg, en las inmediaciones de la frontera austríaca. Ocultó la documentación en una mina de hierro abandonada en el pueblo de Dorten, y posteriormente esa documentación técnica fue a parar a las manos de los militares estadounidenses, que consiguieron así un estupendo regalo.
Wernher Magnus Maximilian von Braun muy conocido a todo lo largo y ancho del planeta, llegó a este mundo en un pueblo entonces perteneciente a Alemania, pero que al finalizar la Guerra Mundial pasó a pertenecer a Polonia. Su fecha de nacimiento fue el 23 de marzo del año de 1912.
Su pueblo se llamaba Wirsitz y su padres pertenecían a una familia aristocrática. Su padre fue el Barón Magnus von Braun.
De niño pasaba largas horas observando el cielo estrellado, fascinado en su contemplación, rememorando tal vez cuanto había leído en aquel libro que Emmy, su madre, le había regalado y que se titulaba “Viaje a los Imperios de la Luna y del Sol”, de Cyrano de Bergerac, precedente de las obras de ciencia-ficció n, viaje maravilloso y poético a los paisajes de la Luna y del Sol.
También le absorbió la lectura de “Camino a los planetas” de Herman Oberth y más adelante “La Guerra de los Mundos”, de H.G.Wells.
Decidió dedicar toda su vida a todo cuanto se relacionase con el espacio y un día, ya doctorado en Ciencias Físicas con 22 años, pronunció una frase que dejó asombrados a sus familiares al decir: “Algún día verán cómo hago girar la rueda del progreso”.
Cuando estalló la contienda mundial se alistó en el ejército alemán, donde un capitán llamado Walter Domberger se fijó en sus cualidades y adivinando en él a un gran genio, le propuso realizar sus trabajos en las instalaciones de reciente construcción situadas en el Campo de Pruebas de Kummersdorf con profusión de medios. Tendría a su alcance cuanto necesitase, sin problema ni recorte alguno.
Von Braun consideró que el lugar no reunía condiciones para sus trabajos, dado su pequeño tamaño y recordando un lugar donde su abuelo realizaba sus cacerías de patos, propuso trabajar en ese lugar, una isla situada en la costa del Báltico que pasaría a ser muy conocida mundialmente llamada Peenemunde.
Y fue en ese lugar, como todos sabemos, donde se llevó a cabo el desarrollo de los cohetes teledirigidos, bajo la dirección de Von Braun.
Formó parte de las SS, alcanzando el grado de comandante.
Al finalizar la guerra, pasó a formar parte de la Operación Paperclip, y él y su equipo continuaron sus trabajos, ya para los estadounidenses, en Texas, Nuevo México y Alabama.
Tanto Braun como sus colaboradores fueron asignados para el lanzamiento de cohetes desde un lugar llamado Cabo Cañaveral, que a partir de 1963 pasó a llamarse Cabo Kennedy.
El día 4 de octubre de 1957 los Estados Unidos recibieron un mazazo que los dejó noqueados y sin saber cómo reaccionar, al enterarse que la Unión Soviética había lanzado un satélite que muchos recordamos con simpatía y que fue bautizado con el nombre de Sputnik 1. Este satélite producía un característico sonido, como un “Bip, Bip”, que la gente buscaba en sus receptores de radio domésticos.
El Sputnik era un satélite esférico, de 83 kgs. De peso, con dos transmisores de radio, (20,007 y 40,002 Mhz.) y orbitó la Tierra a una distancia de 938 Kms. (apogeo) y 214 kms., (perigeo). Lanzado por un vehículo R-7, el Sputnik se quemó al reentrar en la atmósfera el 3 de enero de 1958.
Ante el hundimiento moral de los estadounidenses, que veían su prestigio rodando por los suelos, Werner von Braun ofreció al gobierno poner, en el plazo de 60 días, un satélite en el espacio.
Un satélite de los Estados Unidos, de carácter científico.
Y así fue. El 1 de febrero del año de1958, un cohete Júpiter-C se elevó majestuosamente hacia el cielo, colocando en la órbita de nuestro planeta el primer satélite norteamericano que fue la contribución de los Estados Unidos al Año Geofísico Internacional.
El satélite recibió el nombre de Explorer-1, (Explorador- 1). con un perigeo de 360 kms. Y un apogeo de 2.520 kms.
Sus instrumentos (que ya usaban transistores, invento de 1947), confirmaron la existencia de los cinturones de Van Allen.
Sus baterías se agotaron el 23 de mayo de 1958, pero el satélite se mantuvo orbitanto hasta el 31 de mayo de 1970, fecha en la que entró descontroladamente, cayendo sobre el Pacífico.
Fue a partir de ese lanzamiento, que salvaba el maltrecho honor patriótico, que Von Braun fue considerado un héroe nacional. (Se había nacionalizado estadounidense en 1955).
Tanto el personal como las instalaciones y el material de Von Braun pasaron a depender de la recién creada NASA, (Agencia Espacial de los Estados Unidos, inicialmente NACA).
Werner fue nombrado Director del Centro de Vuelo George Marshall, (Marshall Flight Center) en Huntsville.
Como 1er. Director del Kennedy Space Center, (Cabo Cañaveral) se nombró a Kurt Debus, ex miembro de las SS y de las SA, y como Jefe de Proyecto para el programa de la nave Saturno V, fue nombrado Arthur Rudolph, que fue durante la guerra el encargado de establecer las condiciones de trabajo de los prisioneros de guerra en el Campo de Concentración de Dora.
A partir de estos nombramientos y de estas instalaciones comienza un camino lleno de obstáculos, tanto en la U.R.S.S. Como en los Estados Unidos de América, que conocemos como la “Carrera Espacial” y en la actualidad como “Conquista Espacial”.
Frecuentemente se discute y se niega acaloradamente la posibilidad de que los nazis llegaran a la Luna o a Marte.
Los nazis llegaron a la Luna, y pronto llegarán a Marte, aunque bajo la bandera de los Estados Unidos.
El programa Saturno, que colocaría a los primeros hombres sobre la superficie lunar fue desarrollado como hemos dicho por Werner von Braun, comandante de las SS del III REICH, que se servía de los prisioneros del campo de concentración de Dora para sus trabajos, el criminal Huberto Strughold, nazi que experimentó con seres humanos, a los que sometía a duras pruebas de frío hasta que los infelices llegaban a la locura y a la muerte, con objeto de conseguir información útil para futuros pilotos de aeronaves de todo tipo.
Este hombre fue premiado con un doctorado honoris causa por la Universidad de Florida, y la medalla de servicios especiales, que es la más alta condecoración del Ejército del Aire de Estados Unidos.
Y también hemos nombrado a Kurt Debus.
Como respuesta a los éxitos que estaban obteniendo en el espacio los soviéticos, el Presidente de los Estados Unidos se comprometió públicamente a enviar astronaves a la Luna y poner un astronauta sobre la superficie de este satélite antes de que finalizase esa década.
Fue de la mano de estos alemanes como los Estados Unidos pudieron llegar, después de ocho años de duro trabajo, el 16 de julio de 1969 a la Luna, dentro del Programa Apollo, a bordo de una cápsula impulsada por un cohete Saturno V, el más grande de toda la Historia, en el que viajaban los astronautas Neil Amstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin. ¿Pero, habían llegado antes los nazis a nuestro satélite?.
Existen varios relatos en ese sentido, pero sin demostración real.
Ya hemos visto que los partidarios de los discos volantes del III REICH dicen que los alemanes no sólo llegaron a la Luna y Marte, sino que establecieron colonias allí.
De momento con seguridad sabemos que el 20 de julio de 1969, Neil Amstrong descendió por la escala del Módulo Lunar en el Mar de la Tranquilidad y pronunció aquella histórica frase: “Este es un pequeño paso para un hombre, pero un salto gigantesco para la Humanidad”.
Y puso el pie en la superficie de nuestro satélite. Se había cumplido el sueño largamente esperado por Werner von Braun.
También se rumorea que “había alguien allí esperándoles” . Unos dicen que eran extraterrestres y otros dicen que eran nazis. Pero de momento sólo son eso, rumores.
A partir de ahí se han llevado a cabo múltiples misiones en el espacio, y se espera establecer colonias en la Luna y en el planeta Marte en un futuro muy próximo.
Paralelamente se continúan los experimentos con nuevas aeronaves, con motores revolucionarios, y con aparatos controlados  pilotados por control remoto.
Es decir, que Paper Clip, continúa en la actualidad desarrollando sus experimentos confiscados a los nazis, y existen muchos todavía sin desarrollar, y con la clasificación de SECRETO, clasificación que no podrá ser desclasificada hasta el año 2020.
Pero existe una parte mucho más siniestra de Paper Clip. Es aquella que continuó con los experimentos con seres humanos realizados por los nazis alemanes y japoneses sobre prisioneros de guerra, experimentos de gran utilidad para los militares estadounidenses y de los otros paises aliados, y que continúan actualmente.
Experimentos de control mental, de ingeniería genética, de formas de exterminio masivo, etc.

Pero esto es algo que merece un capítulo aparte y sobre lo que hablaremos algún día.