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4 días en cuarta dimensión

(Tiempo estimado: 21 - 41 minutos)

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cuartadimension

“...Tengo muchas cosas que decirles todavía, pero no las pueden soportar ahora. Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiara a toda la verdad, porque no hablará por su propio impulso, sino que hablara las cosas que oye, y les declarará las cosas que vienen...”.

Juan, Cap.16: Ver.12-13

 La experiencia que a continuación voy a narrarles no es nueva y en cuanta vivencia probablemente sea tan antigua como la humanidad misma.

Por mas de 10 años la guarde conmigo; atesorada como una preciada joya y aun temida como la locura; hasta que una conversación trivial con un monje budista me dejo ver que mi apego a aquello vivido en el pasado había terminado transformándolo en algo intrascendente.

 Entendí entonces que de tanto anhelar volver a experimentar aquello, había convertido la memoria de lo vivido en un ancla que me mantenía firmemente aferrado al pasado, haciéndome imposible la felicidad en el presente y menos aun proyectarme positivamente al futuro.

Tímidamente empecé a compartirla con los amigos más cercanos, quienes de inmediato recomendaron hacerla de conocimiento publico. Ya con mas confianza y empezando la instrucción de los Grupos Rahma en la ciudad de Los Angeles, me animé a tratar de explicarla a un grupo mayor de personas con resultados igualmente positivos.

 

Cuando viví aquello, durante los primeros meses de 1990, no encontré referencias de algo similar entre los Rahma, por lo que preferí callar y buscar convalidarla por otros medios; sin embargo, el acercarme estos dos últimos años a los hermanos que han participado de los últimos viajes de Misión así como enterarme de lo vivido en otras partes del mundo, me da la pauta de que es el momento adecuado para compartir algo que he tratado en todos estos años de mantener vivo, y que como un celoso guardián oculté no por pretensión ni egoísmo sino mas bien por cautela.

 

Lo que en el presente texto expondré es únicamente mi lectura de una experiencia personal que creo nos afecta a todos; y no pretendo hacer otra cosa mas que sugerir con símbolos y lenguaje aquello que de ninguna manera puede ser descrito o capturado en un concepto, y menos ser comunicado a la razón o al intelecto; pues les digo que creemos haber alcanzado certezas en los postulados de la ciencia y sin embargo los limites de nuestra realidad continuan siendo determinados por una imposición de la ideología dominante de moda; y como dijera el filósofo Ortega y Gasset: el mismo lenguaje que nos ayuda a describir la realidad, esta cumpliendo la función de ocultárnos lo real.

 

Por todo esto, me confieso ahora incapaz de poder capturar en palabras la verdad de lo vivido, y puesto que en mi nivel de conciencia no tengo pruebas de lo que aquí voy a exponer, lo único que va a convalidar lo escrito en este informe es el sentir de cada uno de ustedes.

Confío entonces en que el Profundo Amor de la Conciencia Cósmica llegue a cada uno, no en las palabras aquí expuestas sino en las estructuras de energía que subyacen a estas y que son el fondo real del mensaje que el Universo quiere ahora comunicarles.

 

Abrazando la Materia

 

“...Que quien busque, no deje de buscar hasta que encuentre. Y cuando haya encontrado se asombrará de reinar, pero descansará en su reino...”

 

Evangelio según Tomás. Textos de Nag-Hammadi

Les digo que el camino de un Rahma es un sendero absolutamente humano, lleno de errores, aciertos, historia terrestre y no terrestre, maravillosa y colorida diversidad en la experiencia, silencio inmaculado y blanco en su unión con el Profundo; y les digo también que el humano es una extraña maravilla de la Creación pues en su agotadora travesía por este plano es sujeto de una simbiosis cósmica que permite que el corazón de un hombre empuje como un caudaloso rió la sangre de un Dios.

 

No tengo mas merito que el de haber buscado, ni más recompensa que la de poder compartir lo hallado durante el corto transito de esta vida, así que sin mas preámbulo les diré que lo que voy a contarles ocurrió en el mes de Junio del año 1990, cuando contaba con solo 20 años de edad.

Me preparaba para los exámenes de medio ciclo (parciales) en la Universidad de Lima, Perú; y si bien la existencia fluía sin contratiempos, en mi interior experimentaba una incomoda insatisfacción en lo relativo a mi camino espiritual. El Grupo de Contacto Extraterrestre, Misión Rahma, había sido una etapa culminante luego de años de explorar en las artes marciales, la meditación, el esoterismo y todo lo que caía en mis manos y que aparentaba alguna utilidad.

La cercanía de las naves primero, y posteriormente de nuestros hermanos de las estrellas, así como el constante estimulo de ellos en nuestra preparación, hacían de la experiencia algo invaluable. La recepción de iniciaciones llegó en el momento justo, no cabíamos de felicidad; sin embargo, luego de estas y con solo dos años en la Misión, algo empezó a cambiar.

Los Guías Extraterrestres parecieron de pronto haberse distanciado de nosotros, y el Consejo de Tierra, que aun funcionaba en esos años de Rahma como Institución, no operaba de acuerdo a los intereses de la mayoría, por lo que no era ningún soporte para los más nuevos integrantes del grupo, que no solamente no entendíamos lo que estaba ocurriendo sino que además nos sentíamos desplazados. Antes de sumarme a las voces que señalaban el alejamiento de los Guías como una consecuencia de la formación de ciertas elites dentro del grupo y manejos arbitrarios de la información, preferí decir adiós a los amigos más cercanos y continuar mi ruta en soledad.

 

En meditación llamé una de esas noches a nuestros hermanos mayores del cosmos para agradecerles y despedirme prometiendo hacer buen uso de todo lo recibido durante la preparación con ellos. En la pantalla mental los vi observarme como desde una tribuna y bajar la cabeza aceptando mi decisión al tiempo que una sensación de vacío me invadía; la instrucción estaba completa en esa fase, y ellos no interferirían mas...; no se imaginan ustedes cuantas veces lamente la determinación de esa noche, y sin embargo siento ahora que todo ocurrió exactamente como debía ser, pues pocos meses después los Guías comunicarían a través del hermano Sixto Paz que Rahma institución había cumplido su tiempo y que no respondía mas a los objetivos de la Misión por lo que la estructura institucional desaparecía.

 

Si bien el alejarme de Rahma respondia en mucho a la decepción que sentía, no significaba para mí solamente el abandonar el grupo sino dejar también la búsqueda espiritual en la que por varios años me había empeñado sin alcanzar los resultados esperados. No me sentía mejor persona por haber pasado la adolescencia en meditación alejado de fiestas y las experiencias propias de mi generación, sino que por el contrario, razonaba que muy probablemente me había perdido de algo importante, quizá había dejado pasar un momento critico sin el cual jamás conseguiría la madurez que de mi se esperaba...

 

Estos pensamientos me llevaron a cuestionar todo lo hecho hasta ese instante y con un enorme cargo de conciencia hacia mi persona, y por el esfuerzo que mis padres hacían para enviarme a la Universidad, decidí que abandonaría toda búsqueda de elevación y espiritualidad por la meta mas real de mis estudios formales y un titulo de bachiller.

 

Parpadeos en el Universo Mental

“...Yo os traeré lo que el ojo no ha visto y lo que el oído no ha escuchado, lo que la mano no ha tocado y lo que nunca ha ascendido al corazón del hombre...”

 

Evangelio según Tomás. Textos de Nag-Hammadi

Veía transcurrir la vida pacíficamente mientras me preparaba para los exámenes, cuando una sensación extraña me tomó por sorpresa. Tenia la clara impresión de que algo invisible se acercaba a mí desde todas direcciones, como si empezase a cerrarse en el espacio alrededor de mi cuerpo. No podía explicarlo, se sentía como si fuese sólido y al mismo tiempo inmaterial, algo que sin llegar a tocarme se mantenía en mi vecindad en todo momento. Sin importar si me hallaba solo o acompañado, en el autobús o caminando por las calles, de pronto esa asechanza se revelaba con violencia en la sensación de ser observado por miles de ojos al mismo tiempo.

 

Conforme pasaban los días mi curiosidad iba en aumento; sabia que no estaba paranoico porque no experimentaba ningún tipo de ansiedad sino solo esa alerta que me tomaba de súbito y que poco a poco pareció ir transformándose en un estado de conciencia nuevo en el que sin esfuerzo podía identificarme con todos: conocidos y desconocidos, mujeres, hombres, ancianos, niños, perros y gatos, eran todos mis amados hermanos.

 

Trate de justificar este sentimiento de ser observado de manera constante, con la vigilancia de los Guías; quería creer que ellos habían regresado a mi vida; sin embargo intuía que se trataba de algo mas...

 

Pronto, la sensación de esa fuerza cerrándose sobre el espacio que me rodeaba se hizo más intensa, al extremo que recuerdo haber estirado los brazos tratando de tocarla o sentir su esencia sutil vibrando en el aire.

 

Cuestionándolo todo racionalmente me dije a mi mismo que estaba imaginando esto como una forma cobarde de escapar a la realidad de la nueva vida que había aceptado y que inconscientemente debía estar ahora rechazando. No podía ser que justo cuando empezaba a dedicarme seriamente a una “vida normal” empezaran a ocurrir estas cosas y además completamente fuera de mi control.

 

Negándolo todo y aun con la sensación intensa de algo tratando de envolverme, me senté una de esas tardes en el escritorio de mi habitación a continuar estudiando para el examen de Filosofía del día siguiente. Si, tenía que ser la tensión propia de la semana de Parciales lo que estaba afectando mi mente, así que lo adecuado seria ignorar los efectos y continuar como si nada ocurriera.

La lectura de “La Rebelión de las Masas” se hacia entretenida por la claridad de las ideas expuestas allí; mi lapicero subrayaba algunas frases de acuerdo al grado de importancia de estas, cuando inesperadamente descubrí que mi mente estaba haciendo un proceso inconsciente de plantear el opuesto (la antitesis) de las ideas del libro, revelándome como resultado una síntesis de ambas que en algún lugar nuevo de mi pantalla mental se proyectaba como un pensamiento de forma geométrica perfecta en expresión y luminosidad.

 

La idea síntesis que captaba era una entidad viviente y radiante, mas real y consistente aun que la idea de mi cuerpo físico. No podia entender como una forma de pensamiento podía tener semejante concreción, y toque mis manos repetidas veces para convencerme de que yo era mas concreto y real que aquello que mi mente observaba. Después de todo, la fuente eran solamente párrafos, conjuntos de palabras, pensamientos de alguien muerto hacia varias décadas. Toda esta locura tenia que ser producto del stress, me repetía incrédulo mientras caminaba al cuarto de baño para mojarme el rostro y despejarme un poco.

La sensación de aquello rodeándome era casi física, y ni bien abrí las llaves del agua dejando correr el liquido comprendí de inmediato la función del lavabo, la idea luminosa que había combinado las estructuras y temperaturas para dar forma al eficiente instrumento de higiene frente a mí, las tuberías, la disposición de los diferentes elementos en el cuarto; y tuve que salir corriendo para no continuar con aquel fluir de inesperada claridad.

 

Aquello parecía estar rozándome la piel y supe que conforme mas se acercaba mis procesos mentales se aceleraban, por lo que incapaz de controlarlo decidí simplemente continuar con lo mío mientras dejaba fluir aquello. Traté pues de volver a la lectura pero ni bien subrayé otra frase, la comprensión del bolígrafo que sostenía entre los dedos se revelo inmaculada y total, sacudiendo mi realidad y obligándome a observar la naturaleza solar de aquella idea viva, capaz de multiplicarse en la diversidad de utilísimos bolígrafos de todos los colores, tamaños y formas. Conocí el principio y fin del lapicero y sentí que si eso hubiese tenido un gramo mas de lógica hubiese podido fundar una nueva religión para adorar bolígrafos. Quería reír pero me sentía demasiado sorprendido de observar ese reino de ideas originales, formas-pensamiento luminosas que me revelaban al lapicero, el lavabo y el libro, como especie de “Ángeles” de insospechada armonía en un universo paralelo.

 

Continuar la lectura solo complico todo, empecé a adelantarme a los postulados antes de que mis ojos pudiesen posarse sobre los párrafos, y aun llegue a concebir que quizá yo los hubiese escrito en otra vida. Cerré el libro habiendo llegado únicamente a la mitad y sentí no solo conocer la conclusión sino de alguna manera estar enlazado a la mente del autor de modo de poder no solo corregirlo sino aun escribir los textos que el filosofo había dejado pendientes a su muerte. Sí; aun el autor permanecía como una estructura mental en ese ilimitado océano de datos en donde yo sentía moverme como un pez en el agua.

 

Imaginé que quizá la claridad de sus ideas habían desatado el desvarío de mi mente por lo que, buscando en mi biblioteca sin formarme expectativas de lo que podía ocurrir, tome cualquier volumen que ya hubiese leído con anterioridad; para mi sorpresa, la comprensión del texto era completamente nueva y espontánea; no mas condicionada por la educación recibida durante esos años, sino únicamente por ese banco universal de ideas que parecía ser la fuente real de todo lo manifestado.

 

Con gran emoción revisaba libros de diferentes autores como si fuesen míos, y solo me detuve al sentir que mientras tomaba uno de aquellos volúmenes, éste, como en un impulso pareció transferirme su contenido. Eso era demasiada alucinación aun para un aspirante a loco como yo, así que decidido a detener esto de una buena vez, deje los libros a un lado y me recosté en la cama a tratar de relajarme y entender lo que estaba ocurriendo.

 

Las ideas fluían a un ritmo vertiginoso y aquello que se precipitaba desde todas direcciones parecía estar a punto de caer sobre mí. En la pantalla mental se repetía una escena en la que me observaba poniéndome de pie y corriendo directo hacia la pared de la habitación que estallaba al contacto con mi cuerpo. No entendía que significaba esa imagen, pero la sensación de libertad y poder que me dejaba bien valía la repetición incesante que conforme avanzaba parecía hacerse cada vez mas concreta. Era un jubilo de los “sentidos sutiles” que saturados de un extraño poder hacían de una imagen una experiencia muy física.

Mi respiración se había hecho lenta y profunda, y un calor vibrante se extendía desde el pecho hacia los brazos; me senté sobre la cama cerrando los puños y tensando los músculos del torso; para mi sorpresa sentí que mi pensamiento no fluía mas desde el cerebro sino que se desplazaba a aquellas partes del cuerpo que iba tensando. Poniéndome de pie, hice algunos movimientos de artes marciales combinados con respiraciones sincronizadas, las que parecieron empujar o moldear aquella cosa invisible que se cerraba inmaterial en mi entorno.

 

Pensé que quizá aquello estaba relacionado a la idea del Ki o Chi de las filosofías orientales, y mientras continuaba con la danza marcial, me encontré de pronto haciendo un paralelo (con todo el cuerpo) entre el Taoísmo y la influencia de los clásicos griegos en el pensamiento de occidente; al mismo tiempo identifiqué mi percepción de ese momento como una síntesis extrema de ambas corrientes. Lo extraño era que podía reconocer en las síntesis operadas por la mente una carga de energía neutra que acumulándose como vació en mi interior parecían ser el combustible de lo que estaba pasándome.

 

La espontaneidad y fluidez de los movimientos físicos y mentales acercaban mi percepción a ilimitados paisajes de comprensión y universos de significado nunca antes captados en mi nivel consciente. Descubrí el cuerpo como una expresión de mi pensamiento, una esencia somática de la conciencia que era toda luz. Inesperadamente como en un flash llegaron imágenes de antiguas guerras, combates cuerpo a cuerpo, espadas y masas de estrella chocando contra escudos, armaduras y cráneos; gritos de furia y agonía rompiendo la llanura, el sol de la tarde reflejado en la espada del enemigo y solo un instante para observar esa luz y reconocer que pelearía hasta morir aun cuando no sentía odio por esa gente. La memoria había surgido espontánea e identifiqué ese momento de conciencia del guerrero como un instante atemporal; descubriendo en mi interés por las artes marciales una necesidad de transformar la violencia y el dolor en disciplina y belleza. Realmente la historia estaba viva en nosotros y no era demasiado descabellado imaginar que esa batalla en algún lugar del tiempo era simultanea a mi presente; pero si esto era cierto, solo podía significar que la Conciencia, guiada por su propia Luz, era capaz de moverse como un danzante solar entre las franjas de la historia sin la menor dificultad.   

 

No tenia hasta allí mayores argumentos para sustentar mi intuición, así que prendiendo la TV me dispuse a distraer la mente con algo más ordinario; sin embargo, ese fluir acelerado no se detenía y ahora parecía haberse concentrado en la observación de mis reacciones frente a las imágenes. El cuerpo y la mente tenían una respuesta especifica para cada cosa que veía en la pantalla del televisor (Tal y como habían sido mis sensaciones infantiles antes de conocer el lenguaje), y mientras cambiaba los canales encontré una película que mostraba escenas de un erotismo gráfico; de inmediato noté la reacción de mis sentidos ya bastante exacerbados por toda la experiencia previa, y temiendo perder el control  de la situación, apagué la TV dejando que la mente justificara mi acción como la renuncia a algo malo o pervertido. Rápidamente, aquel aspecto de mi ser que fluía sin descanso, me reveló que la película no era ni buena ni mala en si misma sino que sencillamente era; y que mis pre-juicios y pseudo-moral estaban moldeando mis percepciones y dibujando paisajes ilusorios, adjudicando un valor negativo a aquello cuya única cualidad en la materia era simplemente “ser”.

 

Comprendí entonces que lo “real”, (el mundo sin interpretación o lectura del mismo), era algo muy distinto de la “realidad” que no pasaba de ser una construcción positiva o negativa de nuestra mente. ¿Que sentido podría tener por ejemplo la realidad económica en un planeta tierra sin humanos?; ¿cómo podría la realidad económica significar lo mismo para un pobre que para un rico?. La realidad se sustentaba únicamente en nuestra capacidad para construir y aceptar convenciones sociales, reglas, estatutos, formas de comportamiento y cultura; pero esta cultura lejos de revelarnos el mundo real, lo que hacía era cubrirlo con una máscara de ilusión; siendo que la herramienta que nos servía para entender, leer o interpretar el mundo, estaba al mismo tiempo de educar nuestras percepciones, limitándolas, ocultándonos lo real. Por poner un ejemplo diré que algunas comunidades tradicionales del amazonas reconocen hasta 22 diferentes tonos del color verde, y nos podrían ellos mostrar dos hojas de diferente tono siendo que nuestro entrenamiento cultural nos impediría ver la diferencia.

 

Supe también que nuestra idea del bien y el mal, era solo otra forma ilusoria impuesta por el condicionamiento de nuestros sentidos e intelecto. La dualidad bueno-malo, agradable-desagradable, positivo-negativo, era una creación propia de la conciencia atrapada en esta tercera dimensión; pues al descubrir que todos los opuestos eran en verdad complementarios, surgía nuevamente una síntesis de luz que se percibía como una poderosísima corriente de energía neutra. La conciencia de tercera la percibía como energía (en el sentido físico de esta) mientras que la conciencia de cuarta, que ya empezaba a dibujarse con mayor claridad, la captaba como un vacío en donde se alojaban las formas-pensamiento más radiantes.

 

No existía entonces justificación para no exponerme a las imágenes de la TV, por lo que prendiéndola otra vez, me recosté en la cama a observar la respuesta de mi cuerpo y mente. A los cinco minutos noté cambios de temperatura en diferentes áreas del cuerpo así como una reacción de la libido frente a los estímulos visuales. Esta vez, sin juicios de por medio apagué el aparato por segunda vez y de manera espontánea me dispuse a tratar una meditación.

 

Apagando la luz se me ocurrió que antes de entrar a la relajación debía hacer un ejercicio de respiración, y traté el Pranayama: práctica común entre los estudiantes de Hatha Yoga, que alterna la inhalación y exhalación por ambas fosas nasales.

 

Apenas iba empezando el segundo ciclo de respiraciones cuando mi visión mental se proyectó con desconcertante nitidez a la observación de una intensa energía rojo-dorada en la base de la columna vertebral. Era la sensación de un fuego sumamente real pero que si bien quemaba no producía daño; por unos segundos temí que mi sorpresa o temor a lo desconocido pudiese cortar la experiencia por lo que traté de no pensar y simplemente continuar con las respiraciones. Extasiado observé como esa luz se movía ondulante como una serpiente que ascendiera por la parte más interior de la columna, y conforme alcanzaba mayor altura iba tocando centros nerviosos que parecían estallar en luz expandiéndose como coloridos campos mas allá de los limites del cuerpo físico. Jamás antes había visto los chakras y la mente racional me decía que el fenómeno que observaba se correspondía con la activación de estos centros; los que sin embargo no lucían como los discos que describe la literatura de Nueva Era sino que mas bien se veían como esferas con bandas similares quizá a las líneas de fuerza descritas por un imán. Los campos de color eran tan grandes que se compenetraban unos con otros y en su expansión parecían estar arrastrando a la conciencia que ya no solo se identificaba con la parte física de mi manifestación sino sobretodo con esas corrientes y campos que ahora percibía.

 

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