Las premoniciones, una realidad de nuestra mente

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Las premoniciones, una realidad de nuestra mente Por Gilda Aburto ¿Puede nuestra mente viajar en el tiempo, hacia atrás y hacia adelante? ¿Tenemos acaso mas de los cinco sentidos que nos enseñaron en la escuela? ¿Podemos “ver” cosas que aún están por suceder? A través de la historia se han conocido casos de personas con el don de ver el futuro, ya sea en forma conciente o por medio de sueños premonitorios.

La posibilidad de ver el futuro ha sido mencionada desde tiempos antiguos. La Biblia está plagada de profecías, interpretaciones de sueños y profetas. En Grecia, el oráculo de Delfos era un sitio muy concurrido para saber del futuro. Uno de los más grandes videntes que está ahora en moda es el francés Nostradamus, quien en el siglo XVI escribió sus profecías, muchas de las cuales ya se han cumplido.

Era también francés el escritor Julio Verne, quien escribió novelas de aventuras y en ellas predijo con gran exactitud aparatos que aún no habían sido inventados, como la televisión, submarinos, helicópteros y naves espaciales. Muchos creen que él tuvo la capacidad de ver el futuro y conocer esos inventos. Ahora todos hablan de las profecías de los mayas que fueron escritas hace miles de años y auguran un cambio planetario en el 2012. ¿Cómo hicieron ellos para obtener ese conocimiento de sucesos por venir? Se cree que el artista Leonardo Da Vinci fue capaz también de ver el futuro, y trató de reproducir en su época máquinas que tuvo la oportunidad de conocer mucho antes que fueran inventadas. Al norteamericano Edgar Cayce se le conoce como “El profeta durmiente”, ya que caía en un sueño o especie de trance, durante el cual podía ver sucesos futuros y trasladarse a otros lugares en forma astral.

Con la Inquisición, la Iglesia Católica se dedicó a torturar y enviar a la hoguera a cientos de miles de personas que tenían o parecían tener el don de la profecía y cualquier otra capacidad paranormal. Desde entonces, si una monja o un sacerdote tenían visiones, el don de la bilocación, o entraban en éxtasis, era todo divino e inspirado por el Espíritu Santo. Pero si se trataba de cualquier hijo de vecino que parecía tener esos mismos dones, se aseguraba inmediatamente que era posesión demoníaca y era quemado vivo en la hoguera. Lamentablemente la Inquisición dejó una especie de estigma para las personas con habilidades paranormales, a quienes se tilda inmediatamente de locos o demoníacos y se convierten en víctimas de la burla y el ostracismo.

La posibilidad de ver el futuro se fue perdiendo con el tiempo, debido a la represión que hemos hecho de ella. Cuántas veces hemos sido testigos de casos en los que una persona desiste de tomar un avión debido a un “presentimiento” de que habrá un accidente con el vuelo. A esas premoniciones llamamos “intuición”, porque ha sido difícil aceptar que podemos atisbar el futuro. Para el físico Albert Einstein, el tiempo era relativo. El pasado, presente y futuro eran una misma cosa que hemos dispuesto en forma lineal para poder comprenderlo.

Es así como sería posible desplazarse hacia atrás o adelante en el tiempo, según deseáramos. El psiquiatra norteamericano, Brian Weiss, ha hecho famosa en occidente la teoría de la reencarnación, cuando descubrió casi por accidente que una de sus pacientes, bajo hipnosis, dijo hallarse en una época ya pasada, en otro lugar distante del actual. A partir de ahí, ha escrito varios libros sobre la reencarnación, y la posibilidad de recordar vidas que habríamos tenido incluso cientos de años antes. Pero el Dr. Weiss no se quedó ahí, sino que empezó a hacer que sus pacientes, bajo hipnosis, vieran sus vidas a futuro, 30, 40 años antes de que sucedan. Una cosa es recordar lo que ya sucedió, pero ¿vislumbrar el futuro? Si el tiempo fuese relativo, como decía Einstein, existiría esa probabilidad.

En Costa Rica hemos tenido nuestro propio profeta o vidente en la persona de Pedro Nolasco Gutiérrez, de quien se asegura que predijo en forma exacta el día y la hora del terremoto que asoló la ciudad de Cartago hace cien años, el 4 de mayo de 1910. Muchas personas salvaron sus vidas de la catástrofe al alejarse a la hora predicha de las viejas construcciones de adobe que cayeron derribadas por los fuertes remezones de esa noche. El universo es más de lo que podemos percibir con nuestros cinco sentidos. No debemos reprimir nuestra propia sensibilidad a estos fenómenos, sino aceptarlos como algo normal. Se dice que todos los humanos tendríamos capacidades como la telepatía, la premonición, la telequinesis, la psicometría, y otras, solo tenemos que desarrollarlas, pero primero tenemos que aceptarlas como una realidad. Quizá en un futuro volvamos a recuperar esos sentidos perdidos, cuando decidamos abrir nuestra mente a un mundo más espiritual.

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